Razones y soluciones de las desigualdades educativas agravadas por el coronavirus

publicado por educare

Las diferentes respuestas de los centros educativos y de las familias para continuar la educación durante el estado de alarma, así como los factores socioeconómicos del alumnado, han incrementado la inequidad educativa, según un estudio de la UAB

 

El cierre de las escuelas debido al COVID-19 ha agravado las desigualdades educativas que ya existían antes de la pandemia, especialmente para los niños y las niñas que viven en hogares con un bajo nivel económico y que han recibido poco o nulo apoyo educativo por parte de sus familias durante el confinamiento. Así lo demuestra el estudio Desigualdades de aprendizaje en confinamientoelaborado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

La investigación, cuyos resultados se basan en un cuestionario aplicado durante la segunda semana de la alerta sanitaria a 35.937 familias y 59.167 estudiantes de entre 3 y 18 años de Catalunya, ha sido desarrollada por docentes del Departamento de Sociología y del grupo Globalisation, Education and Social Policies de la UAB, Xavier Bonal y Sheila González.

El estudio desvela que las desigualdades educativas que se han incrementado durante el confinamiento se deben a diversos factores, más allá de la situación socioeconómica del alumnado y la brecha digital existente en algunos hogares. Otras variables que han influido en la enseñanza-aprendizaje durante el estado de alarma han sido la respuesta de los centros educativos a la situación y el acompañamiento que han recibido los alumnos o alumnas por parte de sus familias, entre otras.

En base a los factores que inciden sobre la educación “confinada” y con el propósito de analizar la educación adquirida durante la alerta-sanitaria, los expertos de la UAB han construido un indicador de oportunidades de aprendizaje escolar, también llamado índice OTL (Opportunities to Learn). En este incluyen variables relacionadas con el trabajo escolar durante el confinamiento, la comunicación en línea con el profesorado y la recepción de mails, el encargo de deberes para realizar en solitario, las actividades educativas informales realizadas en casa, entre otros.

Así, el estudio señala que el 7,7% del alumnado ha conseguido el máximo de oportunidades de aprendizaje, el 89,2% ha logrado 60 puntos sobre 100 y el 28,3% 0 puntos, lo que significa que dedica menos de una hora al día a las actividades escolares. Además, el índice se relaciona positivamente con el acceso a los dispositivos, el nivel de ingresos, el ciclo educativo, el menor número de personas confinadas en el hogar y la titularidad del centro.

 

La respuesta de los centros ante el COVID-19 influye en la “educación confinada”

Las diferencias educativas del alumnado que se han incrementado durante el confinamiento no solo se deben a su nivel socioeconómico y su entorno, sino también a la respuesta de los centros educativos a la hora de trasladar la formación presencial a la telemática.

Cuando desaparece la escuela, las desigualdades aumentan y esto no solo depende del nivel social del alumno sino de la propia reacción de las escuelas, que unas han sido más activas que otras”, señala en declaraciones a Educaweb Xavier Bonal, catedrático del Departamento de Sociología de la UAB y coautor de la investigación.

En las dos primeras semanas de confinamiento, las escuelas privadas han reaccionado de manera más intensiva que las públicas en cuanto a la realización de deberes escolares y la interacción con el alumnado, apunta el investigador.

Prueba de lo anterior son las diferencias existentes entre las medias del índice OTL de las escuelas según su titularidad, según el estudio. En el ciclo superior de Primaria, por ejemplo, los centros públicos presentan una puntuación de 34, los concertados 58 y los privados 77. En el caso del alumnado de Bachillerato el índice de las oportunidades de aprendizaje es de 62 en los institutos públicos, 82 en los concertados y 87 en los privados.

Asimismo, en las escuelas públicasel 55% del alumnado de tercer ciclo de primaria dedicaba entre una y dos horas a los deberes que les encargaban sus docentes, mientras que, en los centros concertados, el 46% de los estudiantes empleaban cuatro horas a estas tareas.

Por otro lado, la valoración que las familias dan a la respuesta de las escuelas ante la alerta sanitaria también depende de su titularidad: el 62% y el 69% de los padres y madres valoran favorablemente la respuesta educativa recibida en las concertadas o privadas, respectivamente. Mientras que en las públicas solo el 57% de las familias califican positivamente la respuesta de los centros. Solo en Educación Infantil la valoración de los padres y madres es superior en la escuela pública respecto a la concertada.

 

El aprendizaje informal sí importa en la educación durante el confinamiento

El nivel de estudios de las familias también influye en la educación informal ofrecida a sus hijos e hijas durante el confinamiento. “El capital cultural y educativo de los padres y las madres marca una diferencia a la hora de dar respuesta a la ausencia de la educación formal y determina la pérdida o no de la enseñanza-aprendizaje”, asegura Bonal.

Los datos del informe revelan que las madres han sido las más implicadas en el acompañamiento educativo a sus hijos e hijas durante el estado de alarma y que su nivel educativo ha influido en este, especialmente en el caso del alumnado más mayor.  “En ESO, entre las madres con estudios obligatorios sólo el 35% ayuda a realizar tareas escolares, cifra que crece hasta el 48% en el caso de las madres más instruidas”, apunta el informe.

Asimismo, el rol que juegan las familias en el acompañamiento escolar evoluciona conforme aumenta la edad del niño o niña. Así, mientras que un 79% de las madres afirman que ayudan a sus hijos e hijas habitual o frecuentemente a hacer deberes, el porcentaje se reduce al 43% cuando son jóvenes escolarizados en la ESO y al 22% si cursan educación postobligatoria. En el caso de los padres, los porcentajes son inferiores para todas las franjas (45% en conjunto, 22% cuando los hijos e hijas cursan la ESO y 12% si realizan estudios postobligatorios).

Por otro lado, el estudio señala que hay tres actividades en las que las diferencias sociales se acentúan en favor de las familias con mayor capital económico y cultural cuando tienen hijos e hijas en Educación Infantil o primer ciclo de Primaria. Estas son: el acompañamiento en la lectura, la práctica de idiomas y la actividad deportiva. Por ejemplo, en el caso del apoyo lector, el 59% de las familias con estudios universitarios manifiestan que los niños y las niñas entre 3 y 8 años leen con el acompañamiento de un adulto cada día del confinamiento, mientras que solo el 37% lo hace en el caso de las familias con estudios obligatorios.

 

Un plan de emergencia educativa para afrontar la inequidad generada por la pandemia

Para afrontar al aumento en las desigualdades educativas en el próximo curso escolar será necesario un “plan de emergencia educativa” que incluya programas de atención pedagógica intensiva en las que colabore toda la comunidad, no solo la educativa, señala Bonal. Así, este plan debería contar con acciones comunitarias que apoyen la educaciónmás presupuesto destinado al alumnado más afectado, y más información sobre cómo se encuentran los estudiantes en cuanto a la pérdida de enseñanza-aprendizaje.

Tendría que haber una conexión entre el profesorado y los servicios sociales y de salud para responder conjuntamente a las necesidades de los niños y las niñas que más han sufrido durante el confinamiento. “Necesitan una respuesta que la escuela sola no puede. Necesita una respuesta integral. Hay que reforzar la atención comunitaria”, apunta Bonal.

Dentro de este “plan de emergencia educativa” que sugiere el catedrático también se encuentra el dotar de más apoyo económico al alumnado que ha quedado más rezagado, ya sea en forma de transferencias directas o becas-salarios para que no abandonen los estudios. También es esencial brindar más presupuesto a la educación para poder tener profesionales especializados que se encarguen de acompañar a los alumnos y alumnas que han visto más afectada su educación durante el estado de alarma.

El plan también debería contemplar la evaluación de la pérdida del aprendizaje del alumnado durante este periodo, asegura Bonal. Y es que para poder determinar qué estrategias se deben seguir el próximo curso para facilitar la recuperación de la enseñanza-aprendizaje se necesita saber qué tanto se ha perdido. Más información al respecto porque sin ella no se puede saber cómo actuar.

Por otra parte, el catedrático apunta que hubiera sido necesario adelantar el inicio curso escolar 2020-2021 para poder afrontar adecuadamente estas desigualdades educativas agravadas por el confinamiento. “Como mínimo el curso tendría que haber comenzado el 1 de septiembre, sería lo idóneo, pero ya es una batalla perdida. Seis meses de desconexión con la educación puede afectar de manera importante a los niños”.

 

Fuente: educaweb