Editorial del Informe por Stefania Giannini (Subdirectora General de Educación de la UNESCO)
Desde que, a finales de 2022, el programa ChatGPT dio a conocer al gran público la inteligencia artificial generativa, muchos periodistas y ministros de Educación me han preguntado si la tecnología digital es beneficiosa o perjudicial para la educación. La respuesta es compleja.
Los cambios tecnológicos son inevitables: hace 600 años, la invención de la imprenta revolucionó la difusión del conocimiento. La radio, la televisión, los ordenadores, Internet y las redes sociales han abierto nuevos horizontes para la educación, pero también han suscitado inquietudes. Cada transformación debe evaluarse cuidadosamente para asegurarse de que beneficia tanto a los alumnos como a los docentes.
La aparición de nuevas tecnologías digitales es una gran oportunidad. Estas innovaciones pueden ayudar a estudiantes marginados, a quienes se encuentran en situación de discapacidad y a los que pertenecen a minorías lingüísticas y culturales. Esas tecnologías pueden contribuir a personalizar el aprendizaje y a crear sistemas educativos más flexibles, y también pueden servir para superar obstáculos geográficos y temporales con el fin de generar un aprendizaje inmersivo.
Sin embargo, los peligros son reales. La brecha digital se ensancha con cada innovación. A escala mundial, al menos el 31% de los estudiantes no tuvo acceso a clases a distancia durante la pandemia de COVID-19. La desinformación y los discursos de odio proliferan, y los recursos informáticos pasan por alto el 95% de las lenguas que se hablan en el mundo. Las IA generativas, capaces de imitar la facultad humana de crear textos, imágenes, vídeos, música y códigos informáticos, nos obligan a redefinir la especificidad de la inteligencia humana, lo que repercute en lo que aprendemos, cómo lo aprendemos e incluso por qué lo aprendemos.
No solo tenemos que examinar lo que está pasando con esas tecnologías hoy en día, sino también proyectarnos en el futuro, dentro de veinte o treinta años. ¿Cómo hay que preparar a los jóvenes para que actúen en una sociedad en la que coexisten máquinas y seres humanos, sin debilitar el intelecto humano a medida que delegamos ciertas funciones cognitivas? No podemos permitirnos exponer toda una generación a este experimento. Es posible, e indispensable, concebir las innovaciones digitales de forma que la autonomía humana quede protegida. Por eso la UNESCO apela a la prudencia hasta que los marcos regulatorios, la formación del cuerpo docente y programas escolares adaptados nos permitan proteger a los sistemas educativos y a los alumnos. Tal y como señala la edición de 2023 de nuestro Informe de seguimiento de la educación en el mundo: determinadas innovaciones tecnológicas son útiles para determinados aprendizajes en contextos determinados.
La tecnología no debe reemplazar en ningún caso a los profesores competentes porque éstos acompañan a sus estudiantes en su desarrollo holístico, como individuos y como miembros de la sociedad. Para alcanzar la igualdad de oportunidades en el ámbito digital, hemos de manejar la tecnología aplicada a la educación en función de los principios de inclusión, igualdad, calidad y accesibilidad.
Stefania Giannini
Subdirectora General de Educación de la UNESCO
Consulta el informe: La escuela en la era de la Inteligencia Artificial
Fuente: Unesco